jueves, 22 de enero de 2015

La autodisciplina del escritor


Una de las primeras cosas que digo y repito hasta la saciedad en mis talleres de escritura es que si queremos ser escritores tenemos que ser disciplinados e imponernos un tiempo de trabajo diario que acabe convirtiéndose no solo en una rutina, sino en un hábito del que no podamos prescindir.
Para ello necesitamos marcarnos un horario y cumplirlo a rajatabla.

Supongo que la mayoría de vosotros estará de acuerdo con esta afirmación. Es lógica y razonable, además de muy bonita, en teoría...

Pero (tenía que haber un "pero") resulta que el escritor normalmente es su propio jefe, no hay nadie que lo vigile ni le diga lo que debe de hacer, que controle sus horarios o le dé un "toque" si no cumple con el trabajo. Por lo que a veces es necesaria una férrea voluntad para aislarse del mundo y sentarse ante el teclado durante horas.

Yo, cuando no cumplo con esa obligación que me he autoimpuesto me siento culpable y disgustada
conmigo misma. Tengo la sensación de que un día sin escribir es un día perdido... Aun así, debo confesar que llevo meses sin escribir.

Empecé a escribir una nueva novela a principios de verano, y en algún momento decidí darme vacaciones porque se me hacía muy cuesta arriba encerrarme a escribir con el calor, la luz del sol y la vida que bullía afuera. Después me fui de vacaciones unos días, y a mi regreso no sé qué pasó. El caso es que no he retomado la novela.

No es un problema de bloqueo, la tengo completa y clara en mi cabeza. Pero un día tras otro he encontrado alguna excusa, he estado ocupada en otras cosas, se han producido distintos acontecimientos, además de dominarme un cierto desencanto por las dificultades con las que nos encontramos para publicar. En algún momento me he llegado a preguntar si merecía la pena seguir escribiendo, a pesar de que es lo que más me llena, y  que al no hacerlo, me siento mal.

Y ahora me confieso porque siento que ha llegado el momento de volver, de meterme de lleno en la historia y convivir con mis personajes por una larga temporada. Lo que estoy segura que me llenará de satisfacción.

Siempre lo he dicho: la vida del escritor es dura. Y no solo por el esfuerzo que requiere escribir una novela sin apenas compensación (material) a cambio, sino también por momentos terribles como este, cuando se siente el vacío, la falta de energía para seguir adelante.

12 comentarios:

  1. Me siento muy identificada con tu entrada, después de llevar muchos años recreando historias sé que nada puede hacerme más feliz. Luego me doy un paseo por mi librería preferida y echo un vistazo a todos los libros que se publican. O me paseo por mi biblioteca preferida y miro todos los libros que hay a disposición en los estantes. Después echo un vistazo a los libros disponibles en Amazon.
    Y me digo que una cosa es escribir y otra distinta vivir de lo que escribes. (Ese sería mi sueño ideal).
    Así como una cosa es disfrutar escribiendo y otra bien distinta sufrir corrigiendo los errores que más tarde vas encontrando en tu obra. Es rápida la escritura y eterna la corrección, creo que es eso lo que nos hace plantearnos si vale la pena dedicarse a esto o elegir otra opción.
    Yo de momento dedico tiempo pleno a otra opción, mientras sigo escribiendo y corrigiendo a paso lento de tortuga enferma.
    Saludos

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  2. Así, es, querida Lola.
    Sólo los que diariamente bajan y se encadenan al remo de la galera entiende de lo que hablas.
    Y hay veces que el barco apenas se mueve. Otras (menos mal que existen) parece que ayuda la marea y el barco navega.
    Ánimo.

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  3. Hola Begoña,
    yo me dedico de pleno a la escritura, lo que hace que lo viva con más dramatismo. Para mí lo es todo.
    Y no me molesta tanto corregir como la lucha que supone publicar un nuevo libro.
    Un abrazo.

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  4. Querido ¿anónimo?
    Tienes razón. Menos mal que de vez en cuando hay compensaciones, porque de lo contrario, seguiríamos escribiendo, claro, pero sería mucho más duro.
    Saludos!

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  5. Uy, conozco muy bien esa sensación. Por desgracia, a veces nos domina el desánimo o la indolencia. Cuesta trabajo volver a cargarse de fe y, a pesar de las pocas compensaciones exteriores, escribir como si nos fuera la vida en ello.
    En mi caso, me consuela pensar que no puedo vivir sin escribir. He escrito siempre sin intentar siquiera la publicación, así que no voy a dejar de hacerlo ahora. Lo externo, lo que no depende de mí ya es otra historia. Y creo que no debe preocuparnos demasiado. Una cosa es escribir e intentar hacerlo bien y otra muy distinta encontrar salida para lo que escribes. Si se consigue, bien. Si no, hay que continuar para no volverse loco.
    Abrazos.

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  6. Los horarios nunca me han funcionado a la hora de escribir, y hace tiempo que los deseché. Más bien tengo una hora al día, la noche. Los días que escribo más (suele quitarme horas de sueño) por los que escribo menos o no escribo. Paso de culpabilidades.

    La peor dificultad a la que se enfrenta un escritor es él mismo. A mí se me da mejor la noche cuando estoy animado, lo cual no significa haber estado de juerga. Simplemente, cuando estás bien la creatividad fluye. En caso contrario, mejor no escribir.

    Un abrazo.

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  7. Te comprendo perfectamente, Lola, sé lo que es el desencanto, ese momento de duda en el que te planteas si merece la pena seguir escribiendo, pero al final caemos, porque llevamos tinta en las venas.

    En cuanto a la disciplina, yo voy un poco a mi aire, sin seguir horarios fijos ni obligaciones de sentarme diariamente ante el ordenador, y me va bien. Me gusta la libertad hasta para esto.

    Un abrazo.

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  8. Querida Lola,

    Más que autodisciplina creo que es cuestión de "tempo".
    Encontrar el momento apropiado, ni antes ni después. Una vez que sientas el deseo de retomar lo que empezaste es porque es el momento ideal.
    Me ha sucedido con cada una de mis novelas, no siempre tengo deseos de escribir, pero cuando llega el momento no puedo parar.
    Besos, preciosa.
    Blanca

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  9. Hola Isabel,
    pues sí, supongo que la idea es esa: escribir simplemente porque deseamos hacerlo.
    Pero cuando pruebas lo otro...
    Creo que compartir lo que escribimos se convierte en una necesidad, y soñar con vivir de hacer lo que más nos gusta, es un sueño posible.
    Besos

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  10. Hola José Antonio,
    si yo escribiera de noche no dormiría. Cuando me pongo a escribir se me van las horas sin enterarme.
    Me tengo prohibido escribir de noche.
    Saludos!

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  11. Maribel,
    si yo no me impusiera una disciplina no acabaría ninguna novela
    A pesar de que disfruto escribiendo, siempre hay distracciones más fáciles que pasarse horas sola ante el ordenador.
    Besos

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  12. Hola Blanca,
    yo puedo desear escribir siempre, pero cuando me pongo lo hago en cuerpo y alma y ya no puedo dejarlo hasta que termino. Si rompo esa rutina pierdo el ritmo.
    Besos

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