domingo, 28 de septiembre de 2014

Viaje a Malta (3)

Mdina


Si vais a Malta no dejéis de visitar Mdina, la antigua capital de la isla  durante  la dominación árabe, allá por la edad media.

Si os alejáis un poco de la calle principal y dejáis atrás la catedral, os encontraréis con calles estrechas, desiertas y silenciosas por las que solo circulan algunos coches de caballos, y no oiréis más que el amortiguado sonido de sus cascos.

No en vano la llaman "la ciudad del silencio". Os sorprenderá comprobar que, pese a los muchos turistas que la visitan a diario, podéis callejear en soledad y disfrutar de una paz y un silencio absolutos; es algo mágico. Incluso los visitantes parecen impresionados y hablan en voz baja, como si estuvieran en una iglesia.

Blue Grotto


Otra visita imprescindible es la de Blue Grotto. Un conglomerado de cuevas que antiguamente fueron refugio de piratas y malhechores y a las que ahora  se puede acceder en las barcas que los pescadores ponen a disposición de los turistas para dar un agradable paseo.

Malta es una isla muy agreste, con impresionantes acantilados que todavía lo son más contemplados desde el mar.
Baño en Blue Grotto






Después del paseo, vale la pena darse un baño en la pequeña bahía, entre barcas y rocas, en unas aguas absolutamente transparentes.









La Ventana Azul

Pero lo más impresionante y la imagen más conocida de Malta es la Ventana Azul, en la vecina isla de Gozo, a la que se llega en ferry en apenas media hora.
Es una "obra de arte" realizada por la propia Naturaleza que no se puede describir con palabras, hay que verlo, por eso os dejo unas fotos y os aconsejo daros otro bañito en la cueva natural que hay bajo la "ventana".

Ventana Azul con "bicho"





Y en el próximo "capítulo" la última etapa de mi viaje.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Viaje a Malta (2)

El puerto de La Valleta
¡Qué barbaridad! ¡Cómo pasa el tiempo! Ya hace diez días que volví de Malta y  me parece un recuerdo lejano. Demasiada actividad en Barcelona. Tengo que hacer un esfuerzo para recordar esos días de relax y de sol y ayudarme de las fotos y de la crónica diaria que escribía en mi cuaderno, para recuperar el talante viajero, la mirada curiosa, casi infantil, ante ese mundo nuevo y desconocido que se abre ante nosotros cuando visitamos otro país.

Bueno, que se pare el mundo un ratito y volvamos atrás, al 5 de septiembre, mi primer día en Malta.

Las murallas de entrada a la ciudad

Empecé la jornada tomando un café en el chiringuito de la playa de  Bahar Ic Caghaq, desierta a aquellas horas de la mañana, que sería mi punto de partida y de "recogida" diarios. Por la mañana para desayunar y por las tardes para descansar y contemplar el mar saboreando un vinito blanco del país :) Después, me armé de valor y me metí un autobús atestado de turistas para ir a La Valleta, la capital de Malta.

Calle de La Valleta
Lo primero que llama la atención al llegar a La Valleta son las impresionantes murallas que rodean la ciudad. En seguida te das cuenta de lo pequeña que es: hay dos calles principales que son paralelas: Republic y la del mercado; todo lo demás son callejuelas que suben y bajan, y estés donde estés, al final de la calle siempre se divisa el mar. Por eso, porque es una ciudad tan pequeña y todo parece estar a un paso, caminas y caminas, das vueltas y revueltas y acabas hecha polvo de cansancio :/

Pero vale la pena porque es una ciudad muy agradable, sobre todo, si te alejas de las calles más transitadas. Por la tarde, curiosamente, los turistas casi desaparecen y La Valleta parece una ciudad de provincias.

Lower Barraca Gardens
Visité los jardines Upper y Lower Barraca, ambos con fantásticas vistas del puerto y de "las tres ciudades": Vittoriosa, Senglea y Conspicua, que visitaría otro día; el fuerte St. Elmo, también con increíbles vistas; infinidad  de iglesias (está plagado),  y callejeé hasta la extenuación, que es lo que más me gusta. Me perdí por las tiendas de recuerdos (inevitable) y tomé nota de algunos detallitos que me llevaría para casa.

Ya dispuesta a regresar a casa, me despisté y me encontré en Floriana, que en realidad es otra población, pegada a La Valleta pero mucho más tranquila, y donde pude comprobar que los gatos son tratados como reyes: Les dejan agua y comida por todos los rincones y no sienten el menor temor ante las personas porque se saben respetados y tratados con afecto.

En el Fuerte St. Elmo

Por fin cogí el autobús y para casa, deseando darme una buena ducha y descansar de la jornada de turisteo.

Próxima entrega: Mdina, la antigua capital del país durante la dominación árabe (edad media).




domingo, 14 de septiembre de 2014

Viaje a Malta (1)

Bueno, ¿por dónde empiezo? Hay mucho que contar de un país tan pequeño que ofrece tanto al visitante.

Lo primero, y quizá lo más extraordinario para mí, ha sido enfrentarme al reto de viajar sola por primera vez en mi vida. Hacía tiempo que acariciaba la idea, tenía ganas de probar la experiencia, como hace tanta gente que conozco, como mi amiga Mercè Salomó, aguerrida viajera que va y viene de Africa como quien sale a comprar al super de la esquina. O Gloria Dargallo, que realiza viajes solidarios ofreciendo sus servicios como médico allá donde la necesitan.
Vista aérea de Malta

Debo decir que la experiencia ha resultado muy enriquecedora. Me he sentido muy cómoda, y también orgullosa de mí misma, autosuficiente, decidida. Viajar sola, paradógicamente, te hace más sociable; te abres más a los demás y te comunicas con suma facilidad. He conocido a un montón de gente de todo el mundo con la que seguramente no me habría relacionado de haber ido acompañada.

Pero vamos al viaje, que es lo que interesa.

Bahar Ic Caghaq
Me alojé en casa de una familia encantadora: un matrimonio joven con una niña de dos años y un perro, Max, que es un santo. La zona, Bahar Ic Caghaq, aunque tranquila y con una playa maravillosa, está algo aislada. Por lo que yo salía por la mañana y no volvía hasta la noche, agotada y muerta de calor. Eso fue lo peor del viaje: el calor. Si os animáis a visitar Malta os aconsejo que lo hagáis a partir de Octubre. Es un país llano, sin apenas vegetación, por lo que cuando el sol aprieta (y aprieta de firme) no hay una puñetera sombra (con perdón) bajo la que cobijarse. La única solución es darse un chapuzón, como es una isla y tan pequeña hay agua por todas partes y ninguna restricción para bañarse. Otra opción es meterse en un bus, que al menos, tienen aire
Bahar Ic Caghaq
acondicionado.

Ese es otro de los handicaps de la isla: el transporte público. Algunos autobuses pasan a cada hora, y si van llenos (a tope de turistas) ni siquiera paran. Además, yo creía que los españoles eramos poco considerados a la hora de respetar las colas, pero no, allí se amontonaba (y digo bien, amontonaba) gente de todos los países del mundo. Y el último que llegaba se plantaba delante para pillar uno de los escasos asientos y no tener que viajar de pie, aprisionado entre otros viajeros, mientras el conductor no paraba de repetir: ¡go back, go back!, sinónimo de nuestro "al fondo hay sitio", cosa que en la mayoría de las ocasiones no era cierta.
Yo happy. Al fondo, el chiringuito donde desayunaba cada día
Normal, todos estábamos agotados de patear y del calor. Ya se sabe que la vida del turista es muy dura. La parte positiva es que el billete es super barato: un tiquet para 7 días, haciendo todos los viajes que quieras, cuesta 6,50€.

Y, bueno, lo dejo aquí porque ya me he enrollado mucho y no quiero cansaros.

En la próxima entrega, mi primer día en Malta: Visitando la Valleta, capital del país.

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