lunes, 20 de abril de 2020

Reflexiones en tiempos de pandemia: Peor es una guerra


Acabo de leer una novela preciosa: La ladrona de libros, de Markus Suzak. Narra las peripecias de una niña que es dada en adopción al inicio de la II Guerra Mundial y con su nueva familia descubre su pasión por los libros, su padre adoptivo le enseña a leer y la lectura le sirve para abstraerse de la cruda realidad que la rodea.

Pero, en realidad, no quería hablaros de la novela sino de la reflexión a la que me llevó cuando acabé de leerla.

Pensé que verse inmerso en una guerra, rodeado de muerte y a merced de las bombas, sin escapatoria posible, como ocurre actualmente en países como  Siria, Yemen, Irak y algunos más, es mucho peor que estar confinados en casa por una pandemia rodeados de comodidades, todos los alimentos que queramos a nuestra disposición, Internet para comunicarnos con los demás, entretenernos, divertirnos, y sobre todo, teniendo la certeza de que entre las cuatro paredes de nuestro hogar estamos a salvo y no nos caerá encima una bomba que nos mate, incluso podemos salir a la calle sin miedo, tomando las debidas precauciones, claro está.


Siria

Habrá quien me diga que también hay quien muere, quien sufre, quien no encuentra refugio en su hogar sino un infierno, soy consciente de todo eso, pero a lo que voy es a que la mayor parte de la población vivimos en una cárcel de oro y no tenemos derecho a quejarnos.

Es molesto este confinamiento, estar separados de las personas que queremos, no poder disfrutar del ritmo de vida al que estamos habituados, pero esto acabará pronto y ojalá hayamos aprendido algo.


Confinamiento dorado


Llevamos más de un mes encerrados y eso está haciendo mella en el ánimo de muchas personas, en particular las que están solas, posiblemente también las que no están en la mejor compañía, pero como cantamos cada tarde: RESISTIREMOS. Y seguiremos aplaudiendo a los que nos están ayudando a salir de esto, y no me refiero solo a los sanitarios sino también a los transportistas, los dependientes del supermercado y todos los trabajadores y trabajadoras que siguen al pie del cañón.


Momentos felices que pronto volverán






Salud y fuerza para todos. Y recordad: un día
más es un día menos.
Pronto volveremos a encontrarnos.

miércoles, 1 de abril de 2020

Mis rutinas de confinamiento

Todo saldrá bien. Juntos podemos

Cuando leo por ahí que hay quien se aburre en casa no lo puedo entender. A mí me sigue faltando tiempo, igual que antes. Claro que a lo mejor tengo ventaja porque mi trabajo de escritora me obliga a pasar mucho tiempo encerrada en casa sola  y ya estoy habituada.

Pero como a todo el mundo, también me gusta salir, estar con mis amigos, compartir momentos con las personas que quiero y disfrutar de la vida ahí afuera, y eso, lo confieso, lo encuentro a faltar como todos.

De cualquier manera, el ser humano tiene una enorme capacidad de adaptación y hasta un largo e inesperado encierro acaba teniendo su propia rutina. Os cuento la mía por si os sirve de algo.

-Me levanto más temprano de lo quisiera, teniendo en cuenta que no me espera nadie en ningún sitio.
Pero imagino que eso nos pasa un poco a todos, es la ansiedad, el inusual momento que estamos viviendo.

-Mi gata Lluna y yo desayunamos con tranquilidad, miro whatsapps, echo un vistazo rápido a las redes, recojo un poco la casa y llega el momento de hacer ejercicio.

Acabaremos con él
-Algunos días me hago cuatro kilómetros de pasillo arriba y abajo mientras escucho audios de inglés (así mato dos pájaros de un tiro); otros días hago Body Balace con un video de youtube, después duchita y dos veces por semana bajo la basura y hago la compra. El resto de los días me dedico a navegar por Internet, charlar con amigos y promocionar mis libros (perdón por la paliza).

-Llega la hora de comer: me preparo algo, como, veo las noticias (que me deprimen bastante, pero hay que estar informado), después una siesta cortita, me tomo un café y me pongo a escribir, ¡sí! ¡he conseguido volver a escribir!

-A las 20h un vecino alerta al barrio con el Resistiré a toda pastilla. Es la hora de salir el balcón a aplaudir a los que nos están cuidando y siguen trabajando para que no nos falte de nada y llevemos el encierro lo mejor posible. Los aplausos arrecian cuando pasa algún chaval de "Glovo" en bici con su mochila a la espalda para llevarle algo a alguien. Desde aquí un gran GRACIAS a todos los que velan por nosotros.

Te extraño...
-Después de los aplausos tengo una cita con mi pareja por videollamada y nos tomamos una copa "juntos" mientras charlamos un ratito de nuestras cosas y de todo lo que vamos a hacer cuando esto acabe.

-Me hago unos cuantos pasillos más, pongo las noticias, ceno, veo alguna peli o me voy a la cama y leo un rato hasta que me vence el sueño. ¡Ah! Creíais que no leía, ¿eh? Pues sí, pero solo por la noche en la cama, durante el día no tengo tiempo.

Y esta es ahora mi vida cotidiana. Solo me faltan abrazos y besos, el contacto físico con la gente que quiero, por lo demás, todo bien.

Volver a navegar con mi hijo


Desde mi faceta de psicóloga os recomiendo que
planifiquéis vuestro día, que os levantéis de la cama con una idea clara de lo que vais a hacer. Yo los primeros días anotaba mis actividades en la agenda, ahora ya no porque ya he cogido el ritmo.

Ánimo a todos. Saldremos de esta fortalecidos. Todo saldrá bien.

Y, sobre todo: QUÉDATE EN CASA.


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