viernes, 25 de noviembre de 2011

Día internacional contra la violencia machista

UN PERRO GIGANTE  DE PELUCHE
                              
Hoy papá ha vuelto a pegar a  mamá.  Se ha enfadado porque no le ha gustado la  sopa. No sé por qué, yo creo que estaba muy rica. Pero cuando papá la ha probado ha soltado la cuchara de golpe y nos ha salpicado a mamá y a mi. Mamá ha seguido comiendo; a veces, si no le hace caso, papá se calla o se va dando un portazo. Pero hoy no se ha callado ni se ha ido;  ha cogido el plato y se lo ha tirado encima. Seguro que mamá se ha quemado, porque la sopa estaba muy caliente. A mi me ha entrado una rabia muy rara, y casi sin darme cuenta, le he gritado a papá que la dejase en paz. Entonces papá se ha puesto muy rojo y me ha cogido del brazo tan  fuerte que me ha hecho daño, y cuando mamá se ha metido en medio para defenderme le ha pegado una bofetada que  la ha tirado al suelo. “¡Vete a tu habitación!”, me ha gritado papá. Yo no sabía qué hacer, no quería dejar sola a mamá, que estaba en el suelo llorando,  pero ella me ha mirado como si me pidiera por favor que me fuera, y me he ido.  Me he escondido en el armario con mi perro gigante de peluche y me he tapado los oídos. Papá siempre se está enfadando con mamá; dice que es vaga, sucia y tonta. Pero yo  sé que mamá no es nada de eso. Mamá trabaja mucho, se levanta todos los días la primera y le prepara el desayuno a papá, después me despierta,  desayunamos, me lleva al cole,  hace la compra, limpia muy bien toda la casa, hace la comida, me recoge del cole, me ayuda a hacer los deberes, y me baña, y más tarde se baña ella y se pone muy guapa para que papá esté contento cuando llegue de trabajar.  A papá le gusta verla siempre muy guapa y que huela muy bien, por eso yo se que mamá no es vaga ni sucia, como dice papá, y tampoco es tonta; siempre que le pregunto algo sabe la respuesta, y si es muy difícil la buscamos juntos en la enciclopedia. En cambio, cuando le pregunto algo a papá siempre me contesta: “pregúntaselo a tu madre”. Así que no sé…

Me gusta más cuando papá no está. Cuando estamos solos mamá y yo lo pasamos muy bien y está contenta;  en cambio, cuando está papá llora mucho porque papá se enfada con ella y le grita muy fuerte. Mamá quiere hacerlo todo muy bien para que papá no se enfade, pero se ve que siempre hace algo mal… papá dice que la quiere mucho y que por eso tiene que castigarla, para que aprenda. Pero cuando yo hago una travesura en el cole la “seño” no me pega ni me grita, solo me regaña un poquito y luego sonríe para que yo sepa que ya no está enfadada.

A veces me quedo dormido en el armario con mi perro gigante de peluche y sueño que soy grande y defiendo a mamá, y papá se asusta de mí y se va muy lejos y no vuelve nunca más. Pero cuando me despierto sigo siendo pequeño y mamá está llena de moratones, y cuando tenemos que salir de casa se pone maquillaje para disimular, pero igual se le nota un poco y las vecinas la miran raro, como si les diera mucha pena, pero no dicen nada. Yo tengo ganas de gritarles que papá ha vuelto a pegar a mamá y que le digan que eso no está bien, pero mamá dice que no se lo tengo que contar a nadie, y yo me callo. Tampoco quiere que les diga nada a los abuelos, dice que no me creerían; cuando vamos a su casa, papá siempre es muy simpático y se porta muy bien con mamá; los abuelos dicen que tuvo mucha suerte al encontrarle.

Los papás de mis amigos no pegan a las mamás. A mi me dan un poco de envidia, pero de la buena. Me gustaría que papá, mamá y yo fuésemos  juntos al cine o de excursión, como hacen ellos, y que habláramos y nos riésemos. Pero en casa nunca nos reímos…

He estado  mucho rato en el armario abrazado a mi perro gigante de peluche sin poder parar de llorar mientras mamá y  papá gritaban en el salón. Ahora ya no se oye nada. A lo mejor papá se ha ido.  Me acerco de puntillas como cuando juego al escondite con mamá, pero  ella no me persigue porque está tumbada en el suelo, muy quieta. Se habrá quedado dormida. Papá no está. Mamá tiene sangre en la cabeza. La llamó, pero no se despierta.  No me gusta verla así, se le va a manchar el pelo con la sangre. Quiero que se levante y se limpie, y que nos vayamos a la cama y nos durmamos abrazados, y que me diga como otras veces que no me preocupe, que todo se arreglará. Afuera está oscuro,  mamá no se despierta y yo no se qué hacer. Tengo miedo. Me quedo a su lado muy quieto, con mi perro gigante de peluche. “Mamá…mamá…”.

(Escrito por Lola Mariné)

                                                                         

sábado, 19 de noviembre de 2011

La importancia de una coma

"Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda".

Esta frase, vista así, sin puntuación, resulta algo confusa. Sin embargo, con solo ponerle una coma en el lugar que consideremos más adecuado, cambia de sentido totalmente.

¿Dónde la pondría un hombre?
Tal vez así: "Si el hombre supiera realmente el valor que tiene, la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda".

¿Y dónde la pondría una mujer?
¿Alguien lo duda?: "Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer, andaría a cuatro patas en su búsqueda".

Como podéis ver, la coma marca la diferencia.

La puntuación es el tema que vamos a tratar la semana que viene en el Taller   de Escritura Creativa, y mientras lo preparaba, me he topado con  esta frase y algunas más  igual de curiosas y divertidas.

Así que, ¡ojito a la coma! y feliz fide.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Cómo NO escribir una novela

Para preparar mi Taller de Escritura Creativa consulto cada semana mucha bibliografía sobre el tema y en cada sesión  recomiendo  a mis alumnos algún título.

El último que he leído y recomendado es Cómo NO escribir una novela, de Howard Mittelmark y Sandra Newman, ambos escritores, críticos y editores con una larga experiencia.

Es el primer libro sobre escritura creativa con el que me encuentro  que no nos enseña a escribir bien sino todo lo contrario: cómo  lograr que los editores nos rechacen una y otra vez.

Con gran sentido del humor y ejemplos llevados a un extremo que a menudo te obliga a soltar la carcajada, los autores nos van mostrando los 200 errores más habituales que cometen los escritores noveles. Como cualquier otro libro sobre escritura, nos habla de la estructura, el estilo, los personajes, etc. Y nos indica cómo lograr que nuestra novela sea soporífera, infumable, insoportable, espantosa e impublicable.

También os digo que, como cuando un@ estudia medicina (o psicología, en mi caso), acaba pensando que tiene todos los síntomas de todas las enfermedades. Pero se aprende mucho y de una manera divertida, y obliga a estar alerta para evitar esos errores.

Os aseguro que en algunos momentos me he reído hasta saltárseme las lágrimas.

¡Feliz domingo y feliz semana!

domingo, 6 de noviembre de 2011

La princesa de jade, de Coia Valls

En este domingo lluvioso nada mejor que quedarse en casa leyendo un buen libro, como este que os comento hoy: La princesa de Jade, de Coia Valls.

En el año 551 el emperador Justiniano, cumpliendo el último deseo de su esposa Teodora antes de morir, envía una expedición, desde  Constantinopla hasta Oriente, para descubrir el secreto de la seda.
Los expedicionarios, un monje y su joven discípulo, además de  un tejedor de Corinto y su hijo custodiados por un pequeño ejercito, a los que pronto se unirá una joven nómada huyendo de sus perseguidores, vivirán mil aventuras, superarán grandes peligros y encontrarán el amor y el odio en su camino,  en un largo y duro periplo que cambiará sus vidas para siempre.

Coia Valls, que nos hace vivir con intensidad este viaje lleno de colores, sabores y poesía, ganó con esta novela el XIV Premio Néstor Luján de novela histórica.

Escribo esta reseña en un día de lluvia y recuerdo con nostalgia ese viaje que compartí con los protagonistas de La princesa de jade, esa Ruta de la Seda que recorrí hace apenas un mes, todavía bajo el calor del sol, y de la mano de mi amiga Coia Valls.

Gracias, Coia, por este regalo.

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