martes, 24 de julio de 2018

Navegando por el Báltico: Helsinki

Embarcadero y catedral de Uspenski al fondo

La primera escala de nuestro crucero era la capital de Finlandia, Helsinki. Desembarcamos a primera hora de la mañana con lluvia, frío y viento. A pesar de encontrarnos a principios de julio la temperatura apenas alcanzaba  los 10º y me arrepentí de no haberme llevado un buen anorak y ropa de riguroso invierno, y no exagero. Lo cierto es que aquel tiempo tan frío tampoco era normal y a la semana siguiente Helsinki disfrutaba de un verano suave, que es lo habitual en esta época del año y  lo que yo esperaba encontrar durante mi estancia, pero tuvimos mala suerte y siempre asociaré Helsinki con el frío que pasé allí. Una pena.

Catedral luterana de Helsinki

A pesar de todo había que aprovechar el día y disfrutar de la ciudad dentro de lo posible. Nuestra primera parada fue en la Iglesia de la Roca, llamada así por estar escavada en una pared de roca y ser medio subterránea. Tiene una arquitectura moderna y muy original, y pese a ser un lugar de culto se utiliza para conciertos, ya que tiene una magnífica acústica.


Después nos encaminamos al corazón de la ciudad y visitamos la catedral de Helsinki, en la plaza del Senado; una bella iglesia luterana blanca con cúpulas azules.


Y nuestra siguiente parada fue en la catedral de Uspenski, junto al puerto de la ciudad, ortodoxa y con un aire mucho más ruso; para mi gusto la más bonita de todas.

Órgano de la iglesia de la roca

Sí, ya lo sé. Para ser agnóstica me hartado de visitar iglesias, pero son auténticas maravillas arquitectónicas en cualquier ciudad del mundo y vale la pena conocerlas.


Afortunadamente había dejado de llover, aunque el frío se nos seguía metiendo hasta los huesos. Dimos una vuelta por el puerto y por el mercado lleno de puestos tradicionales de ropa y recuerdos y una zona de frutas y verduras dispuestos de manera muy atractiva para tentar a los turistas.

Puerto de Helsinki


Nos metimos en un café para entrar en calor y conectarnos a Internet. Hasta ese momento no nos habíamos podido comunicar con familia y amigos ya que en el barco la conexión es muy cara y aprovechábamos para conectarnos en los puertos.

Catedral de Uspenski

Nos hubiera gustado ir a un parque con un curioso monumento  al compositor finlandés Sibelius, pero quedaba un poco alejado y el tiempo no nos daba más de sí. Es lo que tiene viajar en un crucero: el tiempo de las escalas es muy limitado y solo puedes hacerte una ligera idea de las ciudades que visitas y tomar nota para dedicarles una visita más amplia si así lo deseas.


Próxima parada: San Petersburgo.

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