sábado, 14 de julio de 2018

Navegando por el mar Báltico

El el Costa Mágica


Acabo de regresar de mi segundo crucero, que en realidad era el primero y el único que quería hacer, pero cuando se me ocurrió el año pasado ya era demasiado tarde: solo hay cruceros por el Báltico desde primavera hasta otoño, ya que el frío y los hielos lo hace imposible durante el resto del año.
Ahora lo entiendo con claridad meridiana: el frío que pasé en Helsinki a primeros de julio no se me olvidará nunca...



Contemplando la medianoche en Estocolmo


El año pasado, por tanto, optamos por el mar Adriático y el Jónico y nos embarcamos en el Costa Luminosa, y al ser nuestro primer crucero, fue una magnífica experiencia; todo nos sorprendía, el lujo del barco, el esmerado servicio, la gran cantidad y variedad de actividades a bordo y unos puertos de ensueño.


Este año por fin, navegaríamos por el Báltico. Pero debo confesar que la experiencia no ha sido tan maravillosa (segundas partes nunca fueron buenas). Las comparaciones eran inevitables y el Costa Mágica luce bastante menos que el Costa Luminosa; el servicio no es tan exquisito, ni las actividades tantas ni tan viariadas, y además sufrí algún que otro percance.

Doce de la noche en Estocolmo

Aún así, los destinos seguían siendo de ensueño: Estocolmo (Suecia), Helsinki (Finlandia), San Petersburgo (Rusia) y Tallinn (Estonia).


El 30 de junio, transidas de emoción, volamos de Barcelona a Estocolmo con Vueling, sin contratiempos. En el aeropuerto de Arlanda (Estocolmo) nos recibió el personal de Costa y nos llevaron hasta el barco con una organización perfecta.
Tomamos posesión de nuestro camarote y nos aventuramos a visitar la nave (que es como una pequeña ciudad con restaurantes, tiendas, teatro, psicinas, spa, casino, de todo) hasta la hora de la cena.

Navegando entre islas


Nuestra mesa en el restaurante se encontraba en la popa del barco y a través de los grandes ventanales podíamos disfrutar cada noche de las puestas de un sol que no se ponía nunca del todo. Un magnífico espectáculo.

El día siguiente era de navegación hacia Helsinki y lo pasamos contemplando un mar salpicado de las miles de islas que componen Suecia, tomando el sol a ratos (ya que la temperatura, pese a haber entrado en el mes de julio, era notablemente más baja que en Barcelona), y disfrutando de las distintas actividades que se nos ofrecían a bordo: música en vivo, teatro o juegos. Para terminar con una buena cena y  un poco de música y baile antes de retirarnos al camarote.

En la piscina



A la mañana siguiente nos despertaríamos en Helsinki, pero eso os lo contaré en el próximo episodio.

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